

Marcaste una época, como también lo hizo Paul Naschy, que el día 1 de diciembre falleció a causa de un cáncer. Ningún amante del fantástico y concretamente el fantaterror, debería pasar por alto su carrera, pocos en este país se arriesgó tanto por un género que aquí apenas se le tenía importancia. Sus films podían ser de una calidad discutible, depende para quien, pero en épocas de Ozores, Estesos a la cazas de enfermeras, cine S rancio y pedanterías familiares o amores de transición firmados por Garcis o Sauras, él se atrevió con resucitar a su manera aquellos monstruos de la Universal, las atmósferas Hammerianas, pero claro está, todo muy kitsch y con sabor ibérico. Creador de mitos propios como Waldemar Daninski (su hombre lobo particular) o el sanguinario brujo medieval Alaric de Marnac. Su obra fue más reconocida en Japón o Alemania, donde realizó coproducciones y consiguió subvenciones.
Yo me declaro fan absoluto de este hombre lobo español, con especial predilección por “La noche de Walpurgis”, la cinta que me descubrió a este también dibujante, escritor, documentarista, campeón de alterofilia y director, de donde salen obras más serias, decentes, incluso algunas de ellas, imprescindibles, como “El Huerto del francés”, considerada por muchos su mejor película, “Inquisición” o “El caminante”. A destacar también de entre sus centenares de films, algunos incluso alejados del terror, como "El francotirador" o "El último Kamikaze". De mis favoritas también están “El jorobado de la morgue”, un divertidísimo y sangriento cómic pop, “El espanto surge de la tumba”, con la intervención de una Maria José Cantudo sombificada, o “El retorno del hombre lobo”, una de las mejores sobre su personalizado licántropo. En todas ellas se podía encontrar erotismo desvergonzado, hemoglobina de sobras y humilde diversión. A finales de los noventa hasta estos últimos días volvió a asomarse en algunos títulos, algunos olvidables como “Licántropo” o “Mucha sangre”, otros de interés como "School Killer" o “Rojo Sangre”. Hace un par de meses pude verlo en persona, en el Festival de Sitges, firmando ejemplares de los dos nuevos libros dedicados a su figura, nuevos títulos remasterizados hasta ahora inéditos en Dvd, y su último film, “La herencia Valdemar”, su obra póstuma donde podremos disfrutar por última vez del actor. Su médico le recomendó reposo y no hacer viajes largos, pero él acudío al reclamo de sus fans y contentó a todos con su presencia y dedicatorias. Eso no lo hace cualquiera, salvo un luchador nato que se desvive por sus seguidores. Hace unos días me llegó al Facebook , poco antes de su muerte, un mensaje para votar por que el Goya honorífico de este año fuera a parar a manos de él en reconocimiento a toda una carrera muchas veces marginada por estos lares. El revival Naschy total llega justo ahora, el año de su triste despedida. Ahora se me hará extraño, a mi y a muchos, pasearnos por El Festival de Sitges y no echar de menos a aquel señor con boina que contentaba a sus fans. Dos indispensables de nuestro cine se han ido, formaron parte de mi vida y crecí con ellos, por suerte sus presencias siempre podré rescatar en mi formato doméstico.
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