domingo, 21 de junio de 2020

Guerreros (2002)






No voy a entrar en debates necios ni en discutir si los guerreros parecen niñatos de Al salir de clase y si lo bélico es inexistente. No es un film bélico y ese fue el error: Se vendió como la primera cinta española bélica, cuando ya existían muchas antes, y totalmente de guerra, quizás debieron decir que hacía años que en el cine español no se veían escenas bélicas. Les puede parecer ésto exagerado, pero para mí ésto es cine de arte y ensayo con presupuesto, y para mí hasta ésta, lo fue todo el cine de Calparsoro. Como un Jose Antonio De La Loma, un Eloy de la Iglesia, un Jordi Grau:  ese guerrillero que hace cine de género rentable de serie B con gotas de cinema verité y estética de cine de autor. En lo que rodó el director entre los 90 y primeros dosmil quedó clara la  influencia del cine quinqui, Tarantino o Guy Ritchie, la estética videoclip, con esa conjunción especial entre la fotografía y la música, el notable montaje y escenas de acción rodadas con pulso. Calparsoro casi siempre la pifia un poco con la dirección de actores, donde algunos están muy bien, descompensados con otros que van pasados de vueltas o están sosos. O todo en uno, actores que están muy bien y en otras escenas parece que vayan fumaos o encocaos. Inyecta esa dosis de realismo o improvisación que a veces puede afectar a las interpretaciones. Desde Salto al vacío le pasaba. Y son errores que yo no tengo en cuenta porque en el cine español suele ser así desde los 90, y porque no hay una de Calparsoro que no me haya gustado. Bueno sí, Pasajes y Ausentes.


Vayamos a la peli en cuestión. Los actores, pues sí es cierto que los principales son jóvenes promesas salidas de Tv  y que parecen niñatos poligoneros. ¿ Pues sí, y qué? La intención del film es esa: Unos chicos vacilones  de barrio que saben poco de la vida, de los monstruos en los que acabarán convirtiendóse. Leí reseñas por ahí donde también hablaban de lo mal que están todos ellos. Eloy Azorín, Carla Pérez, Rubén Ochandiano y Jordi Vilches están muy bien, yo diría que algunos de ellos mejor que nunca. Sobre todo Azorín, que es como la Najwa de Salto al vacío en masculino y soldado, y que volvió a brillar años después en su reencuentro con Calparsoro, la serie Apaches. Debería decirles también a los que se quejan que en Guerreros no salen guerreros, que en Apaches tampoco salen apaches. Volviendo a lo que íbamos, Eduardo Noriega está regular. Muy bien en algunos momentos, adecuado con la estética de su personaje, en otros parece que vaya despistado. Pasaba en Asfalto con Gustavo Salmerón, Juan Diego Botto o Alfredo Villa, y no los ví nunca tan molones. No pasaba con Najwa Nimri, musa del director de esa época y perfecta en todos lo que rodaron juntos. En ésta firma la música, muy buena. como siempre. Roger Casamajor está regular, soso y en la escena donde escupe algo de la boca, ridículo, Lástima, me gustó en Salvajes, de ese mismo año. El resto de actores cumple sus funciones.



El guión junto a Juan Cavestany, si es cierto que por momentos es caótico y parece no saber muy bien dónde ir, y la parte final decepciona un poco. Pero teniendo en cuenta que no es un film bélico aun teniendo la estética, más bien un drama en contra de la guerra con escenas de acción muy vistosas y rodado en el Valle de Arán, se puede perdonar. ¿Y porqué no llamarlo bélico? Es un digno film bélico español. Si a Senderos de gloria de Kubrick se le considera bélica cuando la mayoría del film es sobre un juicio ¿Porqué no a ésta? Con escenas que parecen de un film de horror, como la del campo de minas, la  de los prisioneros o la de la fosa, donde vemos a nuestros soldados salir de ella blancos de cal, torpes y rodeados de cadáveres, como si fueran zombies. A algunos le parecerá mala, para mí es extraña, eso sí, pero fascinante.  Y el film diría es lo más emocionante que ha rodado el director junto a Apaches o Asfalto. Y de las mejores a pesar de las imperfecciones. O quizás sea yo que veo oro cuando es mierda.

No hay comentarios: