martes, 17 de febrero de 2009

Las mejores preguntas de la historia del cine. Capítulo 2


¿Qué coño ha pasado aquí?

Por David pizarro


A la hora de intentar hacer una criba de las "mejores preguntas de la historia del cine", con todo el tropel de magníficas obras y perspicaces cuestiones, resulta tarea ardua y difícil. De igual modo, declinarse por sólo una es peliagudo, si no embarazoso por poder dejar en la cuneta otras más reivindicativas. Aun así, me voy a decantar por David Lynch, por quien, no puedo negarlo, nunca me he sentido identificado y mucho menos admirador de su filmografía. Es más, lo englobo dentro del conjunto de mis directores más odiados -entre ellos, además del citado, destacan Wong Kar Wai, Jean-Luc Godard o Isabel Coixet-, ya sea por repelentes, empalagosamente snobs o por generar -casi efervescentemente- una legión de fans, asaz modernillos y lameculistas, quienes los ensalzan en el cénit de lo más actual. ¿Quiénes coño se creen ellos para orientar los gustos de la plebe? ¿Es que ver las soporíferas bazofias de estos engendros mal (auto) llamados cineastas comporta saber más de cine? De todos modos tampoco es mi intención polemizar sobre las modas cinematográficas imperantes, ni siquiera reivindicar otros realizadores menos conocidos por el pueblo llano, pero más sangrados por los estos profanos. Centrándonos en la temática a tratar, pienso que una de las preguntas más significativas de la filmografía lynchiana la pronuncia Laura Dern en Inland Empire, cuando, con un impresionante monólogo -eso no hay quien pueda negarlo-, nos confiesa abiertamente su verdadero y violento temperamento, capaz de sacarle un ojo a un violador cuando apenas contaba con quince años. Y, dado la persistencia de éste, quien aún se empeñaba en arrancarle las bragas, no duda un instante en meterle el dedo en la cuenca vacía. Al rato llegan los ambulancieros y éstos formulan la magistral pregunta: ¿Qué coño ha pasado aquí? A lo que Laura contesta: Ha recogido lo que ha sembrado, nada más. Y los de la ambulancia replican: pues sí que ha sembrado el muy cabrón. Esta simple pero contundente cuestión, no prevalece tan sólo en el contexto puntual de la escena. Es más, se puede reubicar en toda la película y en el global de la filmografía del realizador. ¿Que por qué digo esto? Muy sencillo: primero porque es lo primero que piensas cuando ver aparecer los crédito finales o intentas "disfrutar" de una sesión nocturna de sus (anti)obras más reivindicadas por sus admiradores descerebrados. ¿Qué coño ha pasado aquí? ¿Ya ha terminado el film? ¿De qué iba esta mierda? ¿Por qué me ha aburrido tanto? Son pensamientos que fructifican en el cerebro de uno y aunque uno lo desee no sabe darles respuestas más allá de la que el mismo realizador nos plantea: ha recogido lo que ha sembrado, nada más. Pues sí que ha sembrado el muy cabrón. En definitiva, una verdad como un templo budista.

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