


Por Santi Martí
Si ustedes han leído anteriores textos míos, igual creen que sólo me gusta el cine americano. Y sí, pero no. No puede ser de otro modo si amas al cine. Mi recomendación de "La clase" debió parecerles una extravagancia. Incluso, igual se tomaron al pie de la letra aquello de "olviden las vanguardias soviéticas alemanas". Si es así les pido disculpas y les aclaro que toda la culpa es de la gente de Mondo Brutto, tantos años leyéndoles han jodido mi mente. Aun así, háganlo ustedes también, a todos nos taran y mejor ellos que mil catedráticos. Pero divago, a lo que iba, me mola extraordinariamente el buen cine alemán. Ese de cuya vanguardia me guaseaba. Empiecen por ahí mismo: La Ufa, Murnau y casi todo el mudo alemán. Sé que como son jóvenes, despreocupados y amantes de Michael Bay, ahora pensarán: ¡Joder con este pureta brasas, le pueden dar! Y yo como docente comprensivo con sus tibulaciones y su sufrimiento adolescente -aunque tengan ya treinta putos tacos- les transmitiré serenamente las palabras sabias de Obama, ese negrata, literalmente: "La era del infantilismo se ha acabado, putos niñatos frikis de los cojones".Perdón, perdón, me he emocionado y la segunda parte de la afirmación es mía. Pero hostiaputa, joder, me cago en Dios, que ya van teniendo una edad para que me sigan buscando a su maestro Jedi, la bromita empieza a cansar. Pero yo he venido aquí para hablar de cine alemán y si empezar por el expresionismo les parece muy duro, háganlo con las tres del título. Son a color, hablan, tratan temas divertidísimos como el fascismo, Hitler o la Stasi y se las pueden bajar de la red hasta dobladas. Por si el alemán les acojona, ya saben.
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