
Por Santi Martí
Relájense amigos, no voy a hablar de Stanley Kubrick. Mi nunca bien ponderado señor editor, harto de mis sangrantes choteos por sus gustos hacia Obk, Bunbury, Héroes del silencio y tal, el otro día me recordó que su blog también está abierto a la música. Llevo años braseándolo con que la música es negra o no es. El tío ya harto me soltó: escríbemelo, como quieras, pero hazlo. Me quedé pensativo meditando como hacerlo: ¿Con el blues primitivo o del delta?¿O mejor la Motown o la Stax?¿Quizá Elvis, Los Beatles, Los Stones, Los Pistols o Los Clash? Pero me dije: échale un par y explícalo a través de Mariah Carey. No, no, un momento, no he perdido la razón. En los ochenta todos detestábamos a esta puta niñata mestiza. Quédense con lo de mestiza, hagan el favor. Sus grititos y sus babosos temas ponían de los nervios a cualquiera. Bien, ahora avancemos diez años y es el 96. Veo los vídeos de los 40 en el Plus. De repente veo "Heartbreaker remix"/Mariah Carey. Y pienso: joder con la tía brasas y encima es un remix. Pero a los cinco segundos noto que algo no va bien; las bases son hiphoperas, un negrata da la entrada, ella aparece flanqueada por Missy Elliot y otra soberbia rapera. A todo esto el vídeo es en B/N y ella lleva un modelito plateado, fulminante y calza unos patines antiguos, esos de a dos. Estoy digiriendo todo esto cuando aparece Snoopy Doogy Dog con un Cadillac y ella le limpia el coche.¿Cómo no amarla? Y fueron los negratas más gangstas quienes me enseñaron. Vale que no es Ella Fitzgerald, pero en esencia es lo mismo. ¿No creen? ¿Obk, Bunbury? Para los niños están bien pero Carey es The real One.
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