31 (2016) no es lo mejor de Rob Zombie. Será probablemente disfrutable para un seguidor de las Grindhouse y desde luego mejor acabado que la mayoría de slashers actuales: no ya que pueblen los cines, que eso está cada vez a más años luz, si no lo que podemos encontrar en Internet o plataformas digitales. Estamos quizás ante el film más sádico y sangriento del rockero, y desde el principio es trepidante, pero uno esperaba algo más grandioso ya desde sus primeros avances de rodaje con esas ilustraciones tan de Creepy o Eerie. Y es que peca de un guión poco elaborado y nada original, todo deja un regusto a deja vú, la idea es casi calcada a las secuelas de The purge, solo que con payasos psicópatas y freaks, sin olvidar la sombra que le acecha de La matanza de Texas con la estética de la primera y el tono desquiciado de su secuela, ambas de Tobe Hooper y aquí más palpable que nunca la influencia o los diálogos cada vez más Tarantino. No es lo que se esperaba de ella pero su estilo se respira a cada plano, y hay que destacar su habilidad para casar tan acertadamente canciones de rock melódico con momentos angustiosos o de tensión, en este caso los clásicos California Dreaming o el Dream On en una escena cumbre. Marca de la casa también su buen sentido estético hippie o su humor negro. Logra extraer lo mejor de todo su reparto, destacando a Richard Brake, que aquí es una especie de Joker matarife y sanguinario o el veterano Malcolm McDowell, como un marqués de Sade personalizado, casi tan perverso como en La naranja mecánica o Calígula. Papel también para una gloria del porno como Ginger Lynn. Le falta la originalidad y brillantez de Los renegados del diablo, una road movie con psicópatas o el terror satánico de Lords of Salem ¿Porqué 31? Porque sucede en Halloween.
viernes, 23 de septiembre de 2016
31 (2016)
31 (2016) no es lo mejor de Rob Zombie. Será probablemente disfrutable para un seguidor de las Grindhouse y desde luego mejor acabado que la mayoría de slashers actuales: no ya que pueblen los cines, que eso está cada vez a más años luz, si no lo que podemos encontrar en Internet o plataformas digitales. Estamos quizás ante el film más sádico y sangriento del rockero, y desde el principio es trepidante, pero uno esperaba algo más grandioso ya desde sus primeros avances de rodaje con esas ilustraciones tan de Creepy o Eerie. Y es que peca de un guión poco elaborado y nada original, todo deja un regusto a deja vú, la idea es casi calcada a las secuelas de The purge, solo que con payasos psicópatas y freaks, sin olvidar la sombra que le acecha de La matanza de Texas con la estética de la primera y el tono desquiciado de su secuela, ambas de Tobe Hooper y aquí más palpable que nunca la influencia o los diálogos cada vez más Tarantino. No es lo que se esperaba de ella pero su estilo se respira a cada plano, y hay que destacar su habilidad para casar tan acertadamente canciones de rock melódico con momentos angustiosos o de tensión, en este caso los clásicos California Dreaming o el Dream On en una escena cumbre. Marca de la casa también su buen sentido estético hippie o su humor negro. Logra extraer lo mejor de todo su reparto, destacando a Richard Brake, que aquí es una especie de Joker matarife y sanguinario o el veterano Malcolm McDowell, como un marqués de Sade personalizado, casi tan perverso como en La naranja mecánica o Calígula. Papel también para una gloria del porno como Ginger Lynn. Le falta la originalidad y brillantez de Los renegados del diablo, una road movie con psicópatas o el terror satánico de Lords of Salem ¿Porqué 31? Porque sucede en Halloween.
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