Rob Zombie ha generado una polémica bestial con su nuevo
film. Ha sido amado y odiado a partes iguales por los festivales que ha pasado, y
no va a dejar indiferente a nadie. The lords of Salem es tan imperfecta como
fascinante. A mí, personalmente me ha encantado, y al mismo tiempo decepcionado. Quizás la culpa no hay que echarla del todo a Rob, si no a su
productor, el temible para algunos Oren Peli, artífice de la saga Paranormal
activity y productor de Atrapados en Chernobil, Insidious o The bay, que nos
hace sospechar que ha descartado mucho metraje y no ha dado riendo suelta al
director. ¿Donde diablos está si no la publicitada presencia de viejas glorias
del género como Udo Kier, Richard Lynch, Clint Howard, Billy Drago, Sid Haig o
Michael Berryman? A estos dos últimos se les ve fugazmente, más que en un cameo,
como figurantes. También hay escenas retorcidas que no acaban de ser lo gore
que uno esperaba.
A pesar de todo es mucho más malsana que cualquier producción
de Peli. Esto es cine de horror, sí, pero de autor, y un paso adelante
gigantesco del cineasta. Plagada de imágenes oníricas que recuerdan al David
Lynch más metafísico y al Stanley Kubrick de El resplandor, e incluso de Eyes wide shut, de una estética retro setentera y un clima malsano, el film
del director de La casa de los 1000 cadáveres es de todo menos complaciente, preocupándose
sobre todo por lo estético y la atmósfera, que bebe del gótico italiano, del Roman Polanski de La semilla del diablo, Tobe Hopper y John Carpenter. Con una cuidada puesta en escena,
y una excelente banda sonora, ofrece más de un sobresalto e imágenes bastante
perturbadoras, sobre todo las que ocurren más allá de la puerta número cinco,
la que va directa al infierno, y donde unos sacerdotes demoníacos se masturban
con sus falos rojos o Sheri Moon cabalga al macho cabrío como si un toro mecánico
de feria se tratara. Zombie abandona la violencia visceral de sus obras
anteriores con una narración de ritmo sosegado y estética elegante, pero
perturbadora. Y sobre las críticas
negativas a Sheri Moon Zombie, protagonista absoluta y musa y
pareja del realizador, decir que en absoluto me ha parecido un
error de casting. Se agradece también la presencia de los veteranos Ken Foree,
Dee Wallace y sobre todo, una terrorífica e impresionante Meg Foster bordándolo
como la bruja líder. Tiene sus altibajos de ritmo después de una excelente
primera parte, a causa de un guión que no acaba de despegar del todo, pero si uno se deja llevar podrá casi oler el infierno. Porque pese
a todo, es quizás la mejor película satánica de la última década. Esperamos en
un futuro, eso sí, un Director´s Cut donde podamos disfrutar plenamente del universo
infernal de Rob Zombie.
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