jueves, 15 de diciembre de 2011

Hostel 3


En primer lugar decir que soy un fan incondicional de Eli Roth, ya desde Cabin Fever (2002) hasta el díptico formado por Hostel (2005) y Hostel 2( 2007), incluyendo sus colaboraciones amiguetiles con Alexandre Aja -Piranha (2010)- o Tarantino- Malditos bastardos (2009)- . Curiosamente este último fue el productor de las dos primeras partes del film del que hoy hablamos, que esta vez está dirigido por Scott Spiegel, director de la segunda parte de la obra maestra de Tarantino y Rodriguez: Abierto hasta el amanecer: Texas blood Money (1999)- secuela fallida pero con una primera media hora bastante lograda-, y de un film de culto de visionado obligado para cualquier amante de la serie B ochentena y sangrienta: Intruso en la noche (1989). Por ello mismo es difícil enfrentarse a una secuela directa a Dvd, sin ninguno de los creadores de las originales detrás del proyecto, y con una factura más propia de un telefilm: Hostel 3 es tardía, barata y muy irregular, mucho menos sádica y despelotada que las de Roth, y el torture-porn se ha descafeinado hasta llegar a un simple corredor de la muerte VIP donde los ricos eligen y votan por las torturas o muertes, con escenas que podrían poner los pelos de punta –las cucarachas entrando por la boca de una de las víctimas- pero que siempre se alejan de plano en el mejor y más brutal momento. Se pierde la esencia de los primeros Films, la agobiante y sádica atmósfera y el gore explícito propio de Un Fulci o Gordon Lewis con el que Roth tanto disfrutaba, pero la cosa no aburre, es divertida si te olvidas de las dos primeras partes y te lo tomas como lo que es: un exploit de la saga que inició Roth, esta vez en la ciudad del vicio y el juego. Tiene momentos imprevisibles, que son de agradecer, y otros muy previsibles como ya se esperaba. Una especie de Resacón en las Vegas (2009), con el típico ¿Qué hicimos ayer noche?, el colega desaparecido, con un Kim Pardue -el turista sexual de la maravillosa Las reglas del juego (2002) de Roger Avary-, haciendo de Bradley Cooper, y cambiando la comedia gamberra por el splatter domesticado. Porque más que ver torturas o mutilaciones vemos eso: Salpicadas de sangre en la pared o en los rostros. Giro final de venganza habitual en la saga y poco más.Falta la inconfundible fórmula Roth: Sexo, sangre, suciedad, y menos formalismo, el toque freak también se echa en falta.

No hay comentarios: