
Por Santi Martí
Bringing out the dead a.k.a. Al límite (1999), de Martin Scorsese y Paul Schrader. Recalco la autoría de Schrader, autor del guión, pues su influencia va más allá de la del típico libretista. El tándem Scorsese-Schrader se reune de nuevo desde La última tentación de Cristo (1988) para realizar una película para muchos cinéfilos menor. Incluso para muchos seguidores de Scorsese es un trabajo menor de su carrera. Y disiento con todos ellos, para mí es uno de sus trabajos mayores, no a la altura de Uno de los nuestros (1990) o Casino (1995) pero por ahí cerca debe andar. Y sin Schrader no sería tan grande. Explico una escena pivotal para que me entiendan: Nicolas Cage es un conductor de ambulancias, turno de noche, en las malas calles del Nueva York de los ochenta y está quemadísimo. Está harto de decirle a su jefe que abandona. Una noche, fuera de sí, se niega a trabajar y su jefe, desesperado le dice que sí, que mañana le da vacaciones, le da su palabra que mañana le da vacaciones pero que lo necesita desesperadamente esa noche. A lo que Cage, con cara de ido le pregunta: ¿Y si no hay mañana? Es genial y la pregunta es del calvinista Schrader, no del católico Scorsese. Así la película se convierte en un combate de boxeo entre los dos hombres y sus dos mentalidades del que el espectador sale beneficiado. Una obra maestra injustamente olvidada que el tiempo, estoy seguro, sabrá poner en su lugar.
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