


Por Santi Martí
Aunque sea un autor de cómics, su ascendencia puede rastrearse en la gran tradición literaria americana posterior a la guerra de 1914. Sin ser un revolucionario de la forma como Chris Ware, de hecho su lenguaje formal es muy tradicional, sí puede considerarse literatura vanguardista a su elección de temas a tratar y su forma de enfocar los mismos. Su sensibilidad torcida y esquinada produce obras maestras de la bizarría como la seminal Como un guante de seda forjado en hierro, puro David Lynch a David Boring, a la altura de La conjura de los necios de John Kennedy Toole o la obra de Philip K. Dick. Tiene una faceta más gamberra en Lloyd Llewellyn o Pussey y otra más lírica en Ghost World o Mister Wonderful. Y luego está su aspecto clowesiano, único e instransferible en sus magistrales Ice Haven, Death Ray y Wilson. En resumen el mejor autor de los últimos 20 años. Equiparable a Crumb, Spiegelman, Chester Brown o Seth. Pero también a los literarios Michael Gabon o Dave Eggers. Daniel Clowes es un autor que se sale de la escala y necesita su propia vara de medir y escala propia.
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