lunes, 15 de diciembre de 2008

John Rambo



Por Santi Martí

Para hablar bien de la última parte de la tetralogía de John Rambo hay que recapitular, viajar atrás en el tiempo. Con su permiso lo haré en primera persona: Tengo 13 años y soy un
War Junkie, un yonki de la guerra, veo todas las pelis bélicas, los documentales , sigo las noticias de las guerras en curso ( Las Malvinas, creo recordar) y he visto recientemente en “La clave” de Balbín “Teléfono rojo, volamos hacia Moscú”, peli que me tuvo sin dormir semanas enteras. En fin, cosas de críos. Estrenaban “Acorralado” y lleva aquel famoso subtítulo de “No recomendada a menores de 18 años”. Entonces aquello era serio y significaba convencer al sufrido de mi buen padre para que me acompañase. El hombre era tan War Junkie como yo pero de cosas serias como la peli de Kubrick. Aquello le parecía una moñada y así me lo hizo saber pero, amor de padre, me llevó un viernes. Fue una gozada y me convertí ipso facto en fan de Rambo, de Stallone y de la madre que lo parió. Al salir mi viejo viendo mi desmedido entusiasmo simplemente dijo -un soldado de verdad no lloriquearía como una niña con lo de las piernas-. No entendí un pijo porque a mí me encantaba. Tuvieron que pasar años y ver a Santiago Urrialde calcándolo con el gag “ ¡¡No me siento las piernas!!”. Pero eso fue después, cuando fui más viejo.



En esos 80´ esperé con ansiedad “Rambo II” y cuando llegó y la ví fue una total decepción, ya sabía lo suficiente sobre la guerra, y la de Vietnam en particular, para no tragarme aquel bulo postizo. Y cuando llegó la tercera, la de Afganistan, estaba incluso lo suficientemente políticamente formado como para
apreciar lo muy fascista que era y, retroactivamente, las dos anteriores. Cualquier cinéfilo pasa su etapa arte-y-ensayo-de-tendencias-izquierdistas... ¿No? Y me olvidé de la trilogía aunque la primera me la tragaba siempre que la echaban por la tele, unas quince veces, mientras la segunda y tercera no las volví a ver. En estas que muchos años después Stallone decide hacer de su capa un sayo, se lía la manta a la cabeza y decide producir, dirigir, interpretar y, lo diga o no, escribir el capítulo final. No una cuarta parte, no una continuación, simplemente el elegíaco punto final de la vida de un yanki cualquiera.


Un amigo me convence de ir a verla y lo hago pero con la mosca tras la oreja, las críticas eran frías, desdeñosas y yo soy un tío serio, faltaría. Y la peli empieza y a los cinco minutos ya estoy tronchándome, y a los treinta babeando como cuando con doce ví la primera y al final aplaudiendo, yo, mi amigo, todo el cine como si Stallone estuviera en la sala y le homenajeáramos, le pidiéramos perdón por nuestra ceguera, por haberlo malinterpretado bajo ópticas políticas deformadas. ¡Qué gran película!¡ Cuanta diversión!. La mejor de todas, sin duda alguna. Pero no solo como obra maestra del cine de evasión cafre. Hay más en esta peli de lo que parece; y es pura crítica política de la situación abyecta de su país, con dos mandatos de Bush Jr. que lo han dejado a él, la persona, completamente exhausto. Como es una peli de Rambo/Stallone nadie ha escrito o hablado de esta vertiente de la peli en nuestro país. Pero, bien mirada, es la mejor crítica de esta derecha Evangélica neolon que ha machacado América los últimos ocho años. Y me quedo corto: los últimos treinta ustedes me tomarán por un loco iluminado pero dejen que se lo razone y creo verán mi punto de vista como hasta lógicamente aplastante.



Partamos de la base que Sylvester Stallone, ciudadano, es de simpatías republicanas de toda la vida; pero de la escuela Eisenhower, Nixon, Kissinger, Schwarzenegger o Clint Eastwood. Digamos la escuela laica, posibilista, pragmática, humanista y hasta keynesiana. Pero la deriva del partido republicano que desde los años setenta introdujo como voz cantante a esos Cristianos Evangélicos del Cinturón de la Biblia al principio eran actores secundarios, gente como Ronald Reagan o el mismo George Bush padre pertenecían a esa tendencia dominante en el partido desde siempre, desde su fundación. Pero tras Clinton y sus amores por lamer puros previamente introducidos en coños de becarias llegó George Bush hijo. Un tarado ignorante ex-alcohólico y ex- cocainómano convertido en un Born Again Christian, un cristiano renacido perteneciente a esas iglesias Evangélicas descerebradas que creen en la literalidad de La Biblia, de toda. Para ellos el bueno de Darwin es peor que un asesino. Son tontos y risibles y desde Europa nos guaseamos de ellos. Y sí, ji, ji ,ja ,ja, pero hasta cierto punto porque estos sí que votan, votan todos y todos votan por George Bush Jr. y los suyos ¿Y qué significa ese God? ¿God is with us? ¿ In god we trust? Pues precisamente lo que critica Stallone con un bisturí en esta peli. Gente fanatizada que se va a evangelizar a los afganos, birmanos, somalíes o cualquier otro pueblo infiel. ¿Y qué consiguen los muy cretinos? Pues lo mostrado por Stallone: secuestros, violencia, asesinato, locura. ¿Lo ven ahora? ¿ Es o no es una crítica política en toda regla? Y viniendo de un republicano aún tiene más valor. Recordemos que el perdedor de las últimas presidenciales, John Mc Cain, pertenecía a esta noble, estirpe. Bush hijo no es más que la representación más enfermiza de esa derecha intransigente y filonazi, y Stallone lo ha explicado para ignorantes. Creo entender.

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