Bong of the dead
Era inevitable, después de que la fiebre zombie se desatara
(afortunadamente), que tuviésemos caminantes hasta en la sopa. Lejanos quedan
los tiempos en que se desconfiaba de títulos
como “28 días después”, “Amanecer de los muertos” o “Zombis Party” y
poco después resultaron ser obras imprescindibles y lo que es mejor, crearon
una tendencia que poco a poco quizás se esté agotando en exceso, pero queda
mucho que decir si se hace con calidad e ideas. Un ejemplo son las series “The
walking dead” y“Death Valley” o el rodaje de Guerra mundial Z con una estrella,
Brad Pitt, sin contar algunas logradas producciones independientes que van llegando
aunque sea solo en mega maratones de madrugadas en festivales especializados. Esta
es la salida que corrió “Bong of the dead”, o dicho de otra forma, La cachimba
de los muertos, o de otro modo, la versión zombedy de “Superfumados” o “Cheech
and Chong”, zombies y marihuana, serie Z totalmente underground, baratísima y rodada
en vídeo, que siendo una explotación desvergonzada, se diferencia
de mucha morralla gracias a algunos detalles muy divertidos o homenajes y no
tomarse nada, absolutamente nada, en serio. Dos fumetas descubren que el mejor
fertilizante para sus plantitas de maría no es ni más ni menos que los cerebros
de los muertos vivientes. Para ello, e ignorando el peligro de lo que se avecina
fuera, deciden ir a la zona caliente, la parte más infestada, y así aprovisionarse
para lo único que les importa: colocarse. Por su camino se encontrarán con una
muchacha que les ayudará en el viaje. Una road movie bizarra, chorra y
exagerada, con influencias sicotrópicas de “Dos tontos muy tontos”, “Braindead”
y cualquier film de la Troma, recordando
sobre todo a “Redneck Zombies”, que incluye escenas tan grotescas como zombies de todo tipo y estilo: las lesbianas calientes, el esclavizado con un mecanismo para recoger agua del pozo, la
embarazada pariendo un feto que es engullido rápidamente por otro o ese chino que come tripas con palitos,
como no. El film tiene un arranque de texturas muy coloridas y chillónas que
recuerda al episodio de “Creepshow”, “El color que cayó del cielo”, aquel
protagonizado por Stephen King donde un meteorito originaba todo. Después todo
transcurre muy arrítmicamente en toda la parte central con escenas de transición
o relleno, que aportan más bien poco, pero esta vez no se hacen tan soporíferas gracias a las tremendas
chorradas y comportamientos demenciales de este par de idiotas. Con unos últimos
veinte minutos muy trepidantes y bestias que beben de los mejor de los inicios de Peter
Jackson o Raimi -salvando las enormes diferencias claro-, con ese improvisado tanque
armado de segadoras y taladoras de césped, un auténtico festín sangriento con
increíbles efectos gore y la chica de la película convertida en una Alice de
Resident Evil, versión todo a 100. Su director, Thomas Newman, es un
especialista en trucos visuales o efectos, trabajando en el departamento de Fx
de “Los cuatro fantásticos y Silver surfer”, “Expediente X” o “Comportamiento
perturbado”. Se echa de menos alguna escena de ataques de zombis, y algún
personaje más, pero si no se toma en serio ni se tienen en cuenta todos los
defectos que tiene, que son innumerables, pueden pasar un rato entretenido.
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