viernes, 27 de julio de 2012

Black Caesar



Para mí la blackpoitation es lo más parecido al cine quinqui que aquí se hizo en la transición, cambiando, claro está, navajeros y chorizos por negros mafiosotes o justicieros. Subgénero popular en los setenta donde los negros tomaban el poder de todo, eran los buenos, protagonistas o antihéroes del film, y los blancos, malos por costumbre, solían ser simples secundarios y casi siempre los villanos y policías corruptos a los que dar caza, y en el caso de las mujeres blanquitas, fáciles tontitas a las que dar la patada después de un revolcón. Todo lo opuesto a lo que se había expuesto en Hollywood hasta esa fiebre, y siempre bajo los parámetros de la serie B. Films divertidísimos que marcaron una irrecuperable gran época y descubrieron grandes estrellas como el icónico Richard Roundtree (Shaft), la deliciosa Pam Grier (Coffie, Jackie Brown) o el macarra con encanto Fred Williamson, conocido por los más jóvenes por su papel en Abierto hasta el amanecer, ex jugador de fútbol americano y una de las más populares estrellas de la explotación, tanto americana como italiana, dueño de una inconfundible sonrisa de chuloputas, se ha dedicado a repartir mamporros, patadas o tiros a los listillos que intentaran jugársela, y para ejemplo este díptico dirigido por un blanco que sabia muy bien aprovechar el poco presupuesto con el que contaba: Larry Cohen, director de clásicos baratos pero efectivos y rompedores del terror de serie B como Estoy Vivo o La serpiente voladora, y guionista de Última llamada o Celular, que con Black Caesar (El padrino de Harlem aquí) o Hell up in Harlem (Harlem Sangriento) parió un divertidísimo díptico con considerables fallos o escenas ridículas ( los tiroteados en la segunda parte, con el perrito caliente en la boca, o el final de la primera, con el protagonista recibiendo una paliza de unos niñatos), todo debido a la carencia de medios o a una desvergüenza absoluta (hay una escena, por otro lado excelente, en la que a Williamson le tirotean unos policías corruptos y después huye en taxi por la acera esquivando peatones, a mitad de El padrino de Harlem, y al inicio de Harlem Sangriento, donde según Larry Cohen no existían permisos para rodarla y los peatones se asombraban o aterrorizaban al ver a Williamson herido de bala caminando a trompicones),que forman parte del encanto de estos dos grandes títulos, por otro lado, de los más importantes del subgénero, recomendados para ver sin prejuicios y que han influenciado y mucho a célebres películas actuales como Atrapado por su pasado, Empire, American Gangster e incluso el espíritu de Machete y demás Grindhouses,  que vistos hoy día conservan esa autenticidad, frescura y encanto kitsch que falta a la mayoría de películas policiacas actuales.

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