miércoles, 12 de octubre de 2011

Malditos bastardos


Malditos bastardos o Tarantino se pasa al cine italiano

Por Santi Martí

Inglorius basterds, su título original con error tipográfico incluido se puede considerar el mejor y más sincero homenaje a todos los cines de género italianos de los años setenta. Empezando por el bélico y siguiendo con el oeste, el terror etc. Y a la vez es una peli muy yanki. Cien por cien americana. Intentaré explicarlo. Tarantino trabajaba en un videoclub donde recogió todas esas pelis italianas pero a la vez veía a Ford, Peckinpah, Scorsese, Coppola, Cimino, Malick en pantalla grande, como es debido. Y tengo la teoría que todo el cine de videoclub que vio forman un sustrato de serie Z y que en su cabeza reina y rige el cine americano con mayúsculas. Resumiendo, veo en Malditos bastardos más Grupo Salvaje y Malas calles que cine italiano. Igual es una impresión mía pero para mí Tarantino es más americano que la manteca de cacahuete. Y lo digo como algo positivo porque como decía Truffaut el cine es americano o no es. Ahora pasemos a la película. Tras un largo y muy angustioso comienzo la cinta narra varias venganzas paralelas que confluyen en un grand finale sorprendente. La película es una gran distopía de principio a fin. Empezando por esa unidad de judíos locos comandados por un Brad Pitt sudista hasta la médula, que se dedican a grabar esvásticas en la frente a los que dejan con vida para que nadie olvide y todo el mundo sepa. Y a arrancar cabelleras salvajemente. Esa unidad se hace legendaria entre los nazis de Francia, siempre actuando tras las líneas enemigas. La otra línea argumental es la rebuscada venganza de una mujer que regenta un cine en París. Y todo el mundo sabe que los nazis se morían por el cine. Resumiendo, una obra maestra con mayúsculas del cine bélico y una peli divertidísima.

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