jueves, 2 de abril de 2009

Mentiras y gordas


A mediados de los noventa, tres jóvenes directores debutaban con un film que sería un éxito en las taquillas del cine español: Alfonso Albacete, David Menkes y Miguel Bardem presentaban Más que amor, frenesí (1996) una radiología en clave drag queen y pastillera de la juventud viciosa de los noventa con toques de comedia de Fernando Colomo -era el productor-, Pedro Almodovar e incluso violencia gratuita a lo Tarantino -que incluía una felación acabada en castración-, un film moderno como pocos a la vez que extraño -¿A qué género pertenecía? que no ocultaba su naturaleza netamente comercial y facilona, pero que lanzó a una buena parte de caras conocidas, entre ellas a Ingrid Rubio, Gustavo Salmerón o Juan Diego Botto - este también salía un año antes en un film de parecidas características, Historias del Kronen-. Un año después los directores pasaron a formar un dúo, y ya sin Bardem intentaron repetir el éxito con la misma fórmula -obsesión por la estética gay, drogas de diseño y villano de tebeo-en Atómica que a pesar de haber sido un fracaso tanto crítico como comercial resultaba mucho más divertida, violenta y menos ambiciosa que la anterior.

Dos años después, viendo que el método estaba más que agotado dejan de lado la comedia petarda y violencia sin sentido y aunque reinciden en la temática gay, consiguen su mejor film, Sobreviviré (1999), un dramón serio y contenido que relataba el amor imposible entre una mujer que había perdido recientemente a su pareja y un homosexual, interpretados magistralmente por Emma Suarez y Juan Diego Botto. En el 2001 volvían con I love you baby, ridícula pero divertida comedia mariquita con cameo incluido de Boy George - icono gay de los ochenta y líder del grupo musical Culture Club-donde Jorge Sanz cambiaba de orientación sexual al caerle en la cabeza una bola de discoteca . Le siguió Entre vivir y soñar (2004), otra de sus películas más conseguidas y frescas, que dejaba de lado completamente y por primera vez el tema de homosexualidad y donde brillaban unos divertidos Alex Brendemul- ya visto en Sobreviviré- y Carmen Maura.


Cinco años después , cuando todos creían que estos directores habían madurado estéticamente, han vuelto a sus inicios con Mentiras y gordas y hacen un retrato de la adolescencia más viciosa, desfasada y fiestera de los dosmil, como lo fué Más que amor, frenesí para los noventa. Aquí los protagonistas son más jóvenes aún, y al contrario que aquel film, son todos, o la gran mayoría televisivos, actores bonitos de cara y la mayoría inexpresivos - excepto Mario Casas o Marieta Orozco, que están bien- surgidos de la cantera de Antena 3 o Tele 5 (El internado, Los hombres de Paco, Aída, Compañeros, Física o química o Los Serrano), y un acertado mecanismo comercial para atraer cuantas más quinceañeras de Superpop o poligoneros del Arena que gritan y patalean cuando le ven el culo a Hugo Silva, mejor.
Este drama coral va a ser el más exitoso en taquillas que ningún otro del dúo de cineastas, eso está claro, a pesar de ser facilón, transgresor, provocador y exagerado - no todos los adolescentes son drogotas o sátiros, ni nadie puede tomar tantas drogas seguidas y seguir vivo-, donde el sexo, los desnudos gratuitos, las Raves, Afters y las drogas son los verdaderos protagonistas.

El film, que apuesta por el exceso, lo estéticamente sucio, y la crueldad, dotado de planos escabrosos, donde predominan los primeros planos de caras degradadas, culos masculinos y tetas de chicas de mal vivir acaba resultando divertido y como mínimo es menos edulcorado que esas series televisivas de donde salen todos los actores. Eso sí, su engañoso título y cartel anuncian una comedia que no lo es en realidad -tan solo la escena del polvo entre una engordada Miriam Giovanelli y un sobreactuado Alejo Sauras-,pues de humor tiene poco y acaba dando hasta el trágico final más mal rollo que otra cosa. Quizás habría salido de ella algo parecido si Eloy De La Iglesia la hubiera dirigido en pleno síndrome poligonero de Pull and Bear o Berska. No es tan mala como rezan en algunos diarios o revistas, es que esa jodida costumbre de opinar sobre pelis sin verlas ya cansa, y el tema principal compuesto por Fangoria, "La verdad", mola mucho.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Personalmente me resultó entretenida, es verdad que sobran algunas escenas; pero es de entender que los directores quieran atraer a ese público tan fiel como son los adolescentes!

pd: lo mejor fue verla contigo :P