jueves, 23 de abril de 2009

Crank: High Voltage



Crank (2006) fue un delirio desmadrado disfrazado de cine de acción y toda una sorpresa para el gourmet del cine loco y violento. Deberían utilizar un nuevo término que iría de maravilla a ese nuevo cine-evasión: Freaktion, para esas pelis de acción freaks con personajes de tebeo y humor extraño, casi fundado por Robert Rodriguez en su maravillosa e incomprendida El Mexicano (2003) pero muy utilizada anteriormente en las exploitation de los 70.



Como era de esperar, Crank tendría secuela. Esta comienza donde acababa aquella, y si en la primera

el detonante de la venganza era una droga china que paralizaba el corazón a Chev Chelios -Jason Statham-, esta vez su órgano ha sido reemplazado por otro de plástico compuesto de baterías que tienen poca duración, por lo que el protagonista tendrá que hacerse todo lo posible para que el mecanismo no deje de funcionar y de paso vengarse y recuperar el suyo. Descargas eléctricas en su lengua y miembro, polvos en plenas carreras de caballos, armas introducidas en anos, asiáticas alocadas, cabezas reanimadas, senos perdiendo silicona por unas balas perdidas y muchas otras barbaridades podrán verse en las aventuras del inmortal Chelios.



Crank : High Voltage (2009) es un delirante, exagerado, grosero y alucinógeno Lsd con forma de actionmovie que supera en locura, violencia, desmadre, colocón y diversión al primer film y que acaba navegando por mares del mejor -o peor- cine fantástico de serie B, en el que todo sirve y donde Jason Statham está mas divertido que nunca demostrando que se lo pasa pipa en este cómic en el que las referencias van desde el nombrado Rodríguez hasta Miedo y asco en las Vegas, las pelis mafiosas de Takashi Miike, pasando por la Troma, Tsui Hark o John Woo, todo visto desde el prisma de un borracho de tequila. Su humor burro ,su violencia gratuita, su escatologismo, su ritmo frenético y las múltiples y ridículas apariciones de gente como David Carradine, Corey Haim ( Miedo Azul, Jóvenes Ocultos) , Geri Halliwell (ex Spice) o el rey del porno Ron Jeremy, interpretándose a sí mismo en una manifestación sobre los derechos de los actores del cine X; hacen de ella una maravilla políticamente incorrecta capaz de hacernos olvidar por menos de hora y media la cruda realidad.


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