

Por Santi Martí
Reconozco que mis afinidades por las pelis de patada y tentetieso de los 80 y primeros 90 se inclinan descaradamente por Steven Seagal: era el puto jefe del videoclub. Sus golpes te los creías y daba miedo de verdad. A su lado el belga de Jean Claude Van Damme era un moñas siempre depilado y con querencia por las posturitas más ultragays. Nunca fui su fan, me atacaba los nervios más bien. Pero se acaba de estrenar una película más que extraordinaria, “JCVD”, en la que este belga se reivindica y se redime como el gran actor que demuestra ser. Además es divertidísima pero, misterios de la distribución, solo ha llegado a las salas de versión original y no ha durado ni dos míseras semanas cuando es la mejor peli francesa desde la última de Tavernier. Es pa cabrearse.


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